Los efectos de la bajante del río Paraná perduran a pesar de que el caudal actual del río muestra cierta recuperación, y atentan así contra la reproducción de especies autóctonas como el sábalo, el surubí y el dorado, lo que tiene efectos negativos tanto en términos ecológicos como económicos en la región del Litoral.
Uno de los principales problemas derivados de la bajante es la reducción de la conectividad hidrológica estructural y funcional, y su impacto en el ensamble de peces de la llanura aluvial del Paraná.
Según datos recientes del programa de Evaluación Biológica y Pesquera de Especies de Interés, en octubre de 2024 se registraron un 60% menos de individuos con respecto al año anterior y una caída del 70% en el peso medio.
Luis Espínola, doctor en ciencias ambientales y coordinador del Laboratorio de Hidroecología del Instituto Nacional de Limnología (dependiente de la Universidad Nacional del Litoral), indicó que si bien las especies no están desapareciendo, sí se enfrentan al desafío que supone la bajante para su supervivencia.
“La bajante tiene consecuencias a largo plazo aún con el río en condiciones normales”, dijo en diálogo con La Primera de la Tarde (Radio 2) el también investigador del Conicet, y sumó: “Estamos viendo que hay un reemplazo de especies de mayor importancia comercial, como el sábalo, la boga, el dorado y el surubí”.
Estas especias, marcó Espínola, están siendo reemplazadas por otras que también tienen importancia ecológica, pero no así comercial, como mojarritas y viejas del agua. Y la explicación, indicó, son las consecuencias de la bajante prolongada.
“Estas especies necesitan de la fase de inundación para que las larvas crezcan. Pero al estar tan bajo el río no hay conectividad hidrológica con la planicie, es decir con las lagunas adyacentes al canal principal, lo que hace que la tasa de supervivencia de estas larvas sea mucho menor”, explicó el investigador.
Y señaló: “Detectamos una disminución tanto en riqueza de especies como en la abundancia de cada una de ellas”. La supervivencia de estas especies ícticas está condicionada por los ciclos de crecidas y bajantes del río, pero cuando la falta de agua se extiende en el tiempo, se compromete su reproducción.
Según datos del Observatorio Hidrológico Nacional, a lo largo de junio “se observó un marcado ascenso de los caudales” en la región del Litoral, concretamente en los tramos situados en la zona de la estación Corrientes y el Túnel Subfluvial del río Paraná. Sin embargo, el caudal medio se mantuvo en dicho mes por debajo de los promedios históricos, lo que marca la continuidad de “un escenario de déficit hidrológico”, aunque con una “recuperación respecto a los meses anteriores”.
Esta situación se registra en un trimestre para el que fueran proyectadas lluvias que podrían ubicarse en niveles normales o superiores a lo normal en la región, de acuerdo con el último pronóstico climático del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) (para el período agosto-septiembre-octubre).
“Hasta el día de hoy el río Paraná está en 1,80 metros, muy por debajo de la cota de funcionamiento ecológico del sistema”, precisó Espínola. El dato no es positivo considerando que el umbral para que se cumpla el ciclo reproductivo requiere de una altura de 2,3 metros, que implicaría “que solamente el 7% de la planicie esté conectada”.
A su vez, el coordinador del Laboratorio de Hidroecología explicó que “el río no solo necesita crecer, sino estar un tiempo determinado –más de 100 días– con la planicie inundada para que estas especies logren ingresar y desarrollarse”.
La bajante también es una parte fundamental de ese ciclo, ya que evita el ingreso de predadores en los ambientes que sirven a las larvas “como refugio”, pero su extensión en el tiempo se vuelve un problema porque impide que los nuevos ejemplares de distintas especies salgan al río.
Además de la bajante, también tienen impacto ecológico las modificaciones antrópicas sobre el territorio, como por ejemplo los terraplenes, que “cortan la conectividad de esos ambientes y disminuyen la disponibilidad de ambientes aptos para que estas especies se desarrollen”, apuntó el investigador.
También constituye un factor de peso la presión pesquera, dado que “la cuota de exportación no sigue el nivel hidrométrico, y tampoco monitorea la conectividad y los ambientes disponibles”.